“Me meto corriendo y cuando entro, lo primero que miro, a un chavalo con la pistola en la mano”.
Comenta que lo regañó por lo que había hecho y entonces revisó los cuerpos para ver si tenían aún signos vitales y solo confirmó que habían fallecido.
“En eso volteo para arriba y el cura estaba sonriendo. Me dio coraje verlo reír”, expuso.
Posteriormente el supuesto homicida, amenazante, le advirtió que se retirara del lugar o terminaría mal la cosa. “Él traía la pistola en la mano y por eso me retiro”.
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